No habrá un gran número de coches movidos por hidrógeno hasta 2020 o 2030. De ahí que el futuro inmediato son el bioetanol o los biodiésel y los híbridos. Esto es al menos lo que piensan los máximos responsables de Toyota.
«La generalización de los vehículos con pilas de hidrógeno aún es un objetivo muy distante. Según nuestros cálculos, no habrá un número significativo de coches movidos por este tipo de motores antes de 2020 o, más probablemente, 2030. Por ello, el futuro inmediato pertenece a los biocarburantes como el etanol o los biodiésel y a los híbridos», asegura Hirohiko Hoshi, director general de Medio Ambiente, especializado en Combustibles y Energía de Toyota.
Pero contrariamente a lo que sucede con los derivados del petróleo, ningún combustible elaborado a partir de las plantas podrá ser producido en cantidad suficiente como para abastecer a todo el mercado mundial. Por ello Hoshi asegura que "el futuro será policarburante. La gasolina y el gasóleo convivirán con combustibles sintéticos, con el etanol, los biodiésel y el gas".
¿Pero existe algún combustible alternativo que tenga mejores cualidades que el resto? "La respuesta es complicada", explica Hoshi, "sin duda uno de los mejores es el diésel elaborado según el método Ficher Tropsch. Tiene mayor poder energético que la gasolina, pero produce entre 10 y 20 veces menos CO2".
Sólo en el norte
Sin embargo, tiene un problema, contrariamente a otros combustibles, "sólo puede ser extraido de la madera y no existen bosques suficientes como para abastacer a todo el planeta. Lo más probable es que se convierta en el combustible de los países septentrionales del Hemisferio Norte, como Suecia, Noruega, Finlandia y, probablemente, Canadá".
El resto deberán conformarse con otros combustibles, "sobre todo el etanol, que aunque es casi un 40% menos eficiente que la gasolina, puede tener unas emisiones muy bajas, sobre todo en el producido a partir de la caña de azúcar".
Pero la mayoría de estos biocarburantes presentan un problema: se elaboran con plantas utilizadas para el consumo humano. Esto quiere decir que llegará un momento en el que habrá que decidir si hay que dar prioridad a la alimentación o a la producción de combustibles.
Una de las soluciones es la producción de biocarburantes (etanol y butanol) a partir de la celulosa, es decir de aquello que habitualmente se desecha, como son las hojas, tallos y raíces, dejando el grano y los frutos para las personas y el ganado. Además, explotar la celulosa permite que la producción crezca de forma exponencial.
Pero existen otras vías potencialmente mejores y que afectan directamente a España. Es el cultivo de plantas como la jatrofa o la mamona (no es una errata, es el nombre común del ricinus communis).
La primera de ellas, venenosa para personas y animales, podría ser fácilmente cultivada en algunas zonas de España, como el desierto almeriense, asegura Alfonso Ausín, presidente y consejero delegado de Bionor Transformación, división de biocombustibles de Cie Automotive.
Ausín agrega que "la jatrofa presenta muchas ventajas: crece sola, fija y regenera el suelo y, sobre todo, se obtiene del fruto de un arbusto. Esto quiere decir que no hay que cortar nada, la planta sigue creciendo, consumiendo CO2 y, dado que se va expandiendo, hasta que llega a la madurez sigue ofreciendo un número creciente de frutos".
Fuente: El Mundo Motor
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