Philips, en cambio, es una de las compañías capaces de crear prototipos tan funcionales, bien terminados e inspirados que a veces da rabia que no los lleven rápidamente al mercado. Desde hace tres años la compañía celebra un Simplicity Event anual, una reunión con los medios y clientes para presentar ideas futuristas que podrían funcionar a corto y medio plazo.
Este año la estrella del evento ha sido Light Blossom, una farola inteligente que durante el día se abre como una flor para captar los rayos del sol o que los coloca los "pétalos" en forma de aspa para aprovechar la fuerza del viento. Con ellos acumula energía suficiente para iluminar durante la noche, aunque su iluminación, basada en LEDs de alta potencia, es también muy particular. La farola tiene un modo de iluminación de bajo consumo con el que sólo brilla lo suficiente como para ser visible para los transeúntes. Al acercarse una persona, sin embargo, la farola comienza a brillar con más intensidad. En el mástil una pequeña pantalla informa de cuánta energía ha generado durante el día y la que está consumiendo por la noche.
Es, como digo, sólo un concepto —funciona, está construido, pero no listo para su implantación-. ¿Qué utilidad tiene? Para muchas empresas los prototipos son formas de proyectar una mejor imagen de cara al público y de demostrar que investigan nuevas formas de hacer las cosas. A veces, sin embargo, su influencia se deja notar en los productos. Por razones evidentes, Philips tiende a buscar nuevas formas de usar la luz en sus productos -no sólo vende televisores, también vende bombillas- y tras años experimentando la compañía tiene unos cuantos productos que ahora hacen un uso interesante de la luz. Esta pasada semana, ha presentado, por ejemplo, una nueva versión de Wake-Up Light (con diferencia la mejor en diseño), un despertador que se ilumina de forma gradual media hora antes de sonar el despertador para tratar de facilitar el momento más odiado del día. Hace tres años, era sólo un prototipo.
Fuente: Navegante
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