La denuncia pública de esta situación ha tenido lugar en Barcelona, en el marco del Congreso de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), que ha reunido, bajo el paraguas de las organizaciones Amazon Alliance y Forest People Programme, a los representantes de comunidades americanas, africanas y asiáticas.
El testimonio de Tony James, presidentes de la Asociación de Pueblos Amerindios, fue esclarecedor de los nuevos problemas a los que se enfrentan: "Ahora cada vez tenemos más lluvias en Guayana y algunas comunidades, debido al nivel del agua, tienen menos alimentos. Esa lluvia es debido al cambio climático, al que nosotros no hemos contribuido. Ahora se habla de proteger los bosques; los gobiernos dan concesiones a compañías en territorios indígenas y los científicos crea áreas protegidas en zonas que nosotros siempre hemos conservado, y lo hacen con escasa representación de nuestros pueblos", argumenta James.
No menos explícito fue su argumento sobre el comercio de carbono. "¿De quién es ese carbono? Nosotros no hemos participado en ese problema, pero mi Gobierno acaba de vender el bosque, sin que sepamos cómo nos va a afectar, no hemos sido consultados", señalaba.
Como él, otros líderes indígenas han puesto de manifiesto que la venta de esos derechos de emisión a los que contaminan está socavando sus derechos de propiedad sobre la tierra.
"Sentimos la presión creada por el cambio climático, por las exigencias de los conservacionistas de que no usemos nuestros bosques con ánimo de lucro, y por empresas que tienen licencia para extraer minerales, agua o biocombustibles de tierras que fueron nuestras durante generaciones", señalaban.
Aunque confían en que durante este congreso mundial se aprueben mociones que apoyen la Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas de la ONU, recuerdan que los miembros de la UICN no han cumplido compromisos anteriores.
Pocos avances
De hecho, desde la cita de Durban, los informes reflejan que ha habido pocos avances y las previsiones son poco halagüeñas. Una investigación del Instituto Internacional de Sistemas de Análisis Aplicados augura que para 2030 serán necesarias 515 millones de hectáreas más para agricultura, biocombustibles y producción de madera, lo que aumenta la presión sobre los bosques.
"Dada la creciente demanda de terrenos, los habitantes forestales están a disposición de aportar su experiencia en la gestión forestal, pero a menudo los esfuerzos por conservar los bosques son más una amenaza que una ayuda para sus habitantes", afirma Augusta Molnar, de la Iniciativa por los Derechos y los Recursos.
Algunos de los ejemplos que mencionaron son esclarecedores: en Guayana el Gobierno está extendiendo las licencias para explorar minas en zonas forestales y decretando la conservación de áreas indígenas ya protegidas por estas comunidades.
También en Colombia, las empresas son autorizadas a plantar aceite de palma en terrenos de bosques, mientras se crean parques naturales en áreas donde habitan comunidades indígenas. Se trata del mismo fenómeno que en Indonesia está dejando a los dayak sin sus tierras tradicionales.
Fuente: El Mundo
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