Como informa a elmundo.es Samantha Newport, portavoz oficial de los responsables del Parque Nacional Virunga, la zona ha estado sufriendo problemas desde 2007. En realidad nunca ha estado tranquila. Una mirada a la página oficial del parque, donde los responsables están contando en directo lo que está ocurriendo día a día, permite hacerse una idea de la difícil situación.
El parque hace frontera con las vecinas Ruanda y Uganda y ha sido lugar conflictivo en las últimas décadas. Los enfrentamientos bélicos y la entrada de furtivos han sido un constante problema. Muchos guardas han pagado con su vida en los últimos años sus intentos por evitar que nada le pasara a la especie amenazada.
Pero el conflicto ha llegado al extremo en el último mes. "Ahora mismo hay un 40% del parque bajo el control de los rebeldes, y eso incluye los 250 kilómetros cuadrados en los que habitan los gorilas de montaña", informa Newport en conversación telefónica desde Goma.
Allí han ido a parar muchos de los guardas forestales que protegían la reserva. El día 8 de octubre, afirma Newport, los combates llegaron hasta el corazón de la reserva natural. El puesto de control de Rumangabo fue atacado y tomado por tropas rebeldes. Los guardas tuvieron que huir de su lugar de trabajo, corriendo peligro tanto a manos de las tropas insurgentes como de los hombres del Gobierno.
"Hay que tener en cuenta que los guardas visten uniforme verde y van armados y esa no es mejor manera de permanecer en una zona en conflicto". La mayoría de ellos se las apañó para huir, aunque algunos no pudieron evitar ser capturados.
Dos de ellos, retenidos y golpeados por soldados del Gobierno, informa Newport, lograron ser puestos en libertad después de 24 horas. Otros han visto como sus casas y sus pertenencias en el entorno del parque han sido destruidas y sus familias amenazadas y forzadas al éxodo bajo el riesgo de perder la vida.
En estos momentos, en el campo de refugiados de la ciudad de Goma hay 250 guardas con sus familias que han huido del conflicto. El número total de guardaparques es de 680, y se cree que el resto de los que no están en Goma han escapado en otras direcciones o han optado por refugiarse en el bosque hasta que cesen los intensos combates entre las partes enfrentadas en la zona.
Alejados de la zona que han protegido durante años, y sin saber qué puede estar ocurriendo con los amenazados gorilas, los guardaparques no han dejado de trabajar. Ahora mismo, siguen advirtiendo al mundo del peligro que corre la especie por medio de sus blogs, que se pueden consultar en la web oficial del parque, que sigue siendo actualizada desde el campo de refugiados.
Al mismo tiempo, se ha iniciado una campaña para conseguir fondos. Ahora mismo, informa la portavoz, lo fundamental es conseguir recursos económicos para atender las necesidades más inmediatas de los guardas y sus familias acogidos en campos de refugiados.
Al mismo tiempo, se ha iniciado una campaña para conseguir fondos. Ahora mismo, informa la portavoz, lo fundamental es conseguir recursos económicos para atender las necesidades más inmediatas de los guardas y sus familias acogidos en campos de refugiados.
Asociaciones internacionales de conservación y ciudadanos particulares ya han contribuido a través de la web para hacer llegar 40.000 dólares como ayuda inmediata, informa la bióloga británica y responsable de la campaña Samantha Newport. Es la mitad de lo que consideran necesario para salir adelante mientras para el conflicto.
El recuerdo de Fossey
La mayoría del público recuerda ese exhuberante rincón de África como la montaña de los gorilas en la niebla, donde la bióloga estadounidense Dian Fossey trabajó entre los años 60 y 80 estudiando a los grandes simios, dando a conocer sus hallazgos a través de las páginas de la revista 'National Geographic'. Después, una famosa película protagonizada por la actriz Sigourney Weaver popularizó la vida de Fossey, traumáticamente truncada al morir asesinada por quienes se oponían a sus tareas de conservación de la fauna.
Los montes Rwenzori, de origen volcánico, se elevan por encima de los 5.000 metros en pleno trópico húmedo. Eso ha generado una gran variedad biólogica en el entorno de las montañas Virunga, con un 15% de plantas endémicas y la mayor concentración de vertebrados distintos de África. Entre ellos se encuentra el gorila de montaña, una subespecie distinta al mucho más abundante gorila de llanura.
Pero como muestra el conflicto actual, el signo trágico de ese paraíso biológico convertido en infierno por el hombre no ha cambiado desde los tiempos de Dian Fossey. Ahora son los guardas congoleños quienes lo están sufriendo en carne propia. Los gorilas de la niebla son ahora gorilas entre las balas.
Fuente: El Mundo
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