Comienzo mi intervención en este espacio invitado por Gonzalo, a raíz de una discusión comenzada vía e-mail. Sin entrar en detalles de otros aspectos que rodeaban esta disputa, me dedico hoy a hablar de la labor de los voluntarios que representan a una ONG y la fidelidad que le deben a esta al representarla. No obstante advierto de que esto no es más que una columna de opinión, si bien está fundamentada en la experiencia personal, y que no intento representar a ninguna ONG,ya que precisamene es eso lo que vengo a criticar. Es una opinión netamente mía.
Cuando alguien da el importante paso de colaborar como voluntario en una Organización no Gubernamental tiene que tener muy claros algunos principios:
1º El compromiso ha de ser permanente. No se es voluntario solamente cuanto se lleva la camiseta de la organización o se está en uno de sus eventos. Se es a tiempo completo y por tanto hay que ser consecuente con lo que se hace y se dice.
2º Al elegir con que organización vamos a trabajar debemos tener muy claro que compartimos sus ideales o al menos la mayoría de ellos.
3º Las opiniones han de darse a título personal, no se puede decir algo en nombre de una ONG sin tener la entidad necesaria para hablar por boca de ella.
A estas reglas básicas hay muchos corolarios y reglas distintas que añadir, pero éstas son las fundamentales. En las otras entraremos más adelante. De todos modos, con estas tres tan sólo pretendo mostrar un poco la responsabilidad que se tiene al ser voluntario.
Nos guste o no, las ONG's funcionan -y han de funcionar- como una empresa, y por tanto tienen normas de mercado, estructura jerárquica y una férrea política de empresa que nosotros, a pesar de no ser empleados ni estar remunerados, al ser elementos básicos para el sustento de la misma debemos respetar a rajatabla. Es por esto que no podemos valernos de nuestra posición ni de la etiqueta del organismo para transmitir opiniones personales.
Es evidente que no siempre coincidiremos en los modos y maneras de la organización en la que nos hemos adentrado, pero bien es cierto que si cada uno va a la suya, es imposible conseguir grandes victorias. Al igual que en un partido político o en una empresa todo el mundo ha de remar en la misma dirección para no acabar sin rumbo. Seguramente muchos apostarían por una lucha más drástica, otros por elaborar un partido político con el que luchar y representarnos en las urnas, y algunos incluso (lo he escuchado recientemente) por una dictadura ecológica que permitiera el arreglo de muchos problemas naturales. Todas estas opiniones son respetables si bien no las comparto, pero hemos de entender que desde la cúpula del organismo es donde se deciden las directrices que nos han de guiar.
El extremismo de unos pocos siempre hace pagar al resto -ETA genera un estereotipo sobre los vascos igual que lo hacen algunos catalanes en Cataluña, Stalin sobre el comunismo o los anarkas que destrozan escaparates sobre el resto de los anarquistas y sobre el movimiento antiglobalización- desprestigiando su opinión y dando más crédito a los que manejan el mundo e impiden el desarrollo de estas ideologías y su crecimiento. No podemos ir por la calle diciéndole a la gente que deje de comer carne porque la ganadería es muy contaminante -que lo es- ni que dejen de comer vegetales que no provengan de cultivos ecológicos, que dejen de utilizar desodorante porque se utiliza semen de x especies animales para su elaboración, o mil cosas más.(O incluso manteniendo posturas que tienden hacia el otro extremo, como defender el consumo de combustibles fósiles o tachar de inútiles las energias renovables). Hemos de ir poco a poco, sin alarmar a la gente y respondiendo a lo que desde arriba se nos invita a transmitir. Los ciudadanos con miedo no son una ayuda. Al fin y al cabo del miedo es de lo que se vale Bush, y no podemos compartir sus estrategias. Nos guste o no, hemos de decir lo que se nos mande decir desde capas superiores de la organización. Nuestra labor es importante, pero luchando solos nada conseguiremos, hemos de ser conscientes de nuestro papel como piezas de una partida de ajedrez y hacerlo con orgullo y la mayor fidelidad posible a nuestros principios. Todo lo demás ha de hacerse a título personal. Unas palabras a destiempo pueden echar abajo el trabajo de muchos.
Muchas ONG's tienen manuales extensos de como ha de representárseles en público para evitar problemas como por ejemplo no sonreír para no dar la impresión de estar de guasa, no hablar durante las acciones, no llevar gafas de sol para no esconder el rostro ni posibles gestos, no levantar los brazos en exceso para no dar la impresión de ser violentos en una posible foto... Y como éstas, muchas otras. Toda organización vive del respaldo que les den sus miembros, y por ello hay que ser coherentes. Si confiamos en una, hay que darlo todo por ellos, y si creemos que dejan de lado algo importante para nosotros, hacerlo por nuestra cuenta o bajo la bandera de otra que sí lo haga. Pero nunca olvidemos el respeto que hemos de tener por los que trabajan en cada organismo y las posibles repercusiones de nuestros actos.
Por último hago referencia a algo de lo que escribiré más adelante. Conozco a mucha gente -cada día más- que me envía recortes de revistas, páginas Web y otros medios con datos alarmantes. No quiero decir que no puedan tener razón, pero si quiero aludir a la manipulación de los medios informativos, que no solamente afecta a un bando si no que afecta a todos. Igual que las empresas contaminantes lanzan informes con cifras tranquilizadoras en cuanto a emisiones de CO2 hemos de considerar la posibilidad de que los que mantienen una opinión enfrentada también puedan ya no mentir, pero sí omitir datos. Hay gente para la que la ecología también es un negocio, y que por tanto, también está dispuesta a engañar cuanto sea necesario para conseguir sus objetivos. La solución a esto es ser inteligentes, no dejarnos convencer por un bando, sino comparar y llegar a nuestras propias conclusiones. Hay ecologistas que defienden la energía nuclear al considerarla limpia en cuanto a emisiones de CO2 a la atmósfera, y otros que opinan lo contrario, que la consideran innecesaria y arriesgada. ¿De qué bando nos ponemos? Investiguemos, analicemos y lleguemos a conclusiones por nosotros mismos. No dejemos nunca que nadie piense por nosotros, por que al fin y al cabo, lo que hace es impedirnos pensar. El único reducto que es sólo nuestro es el que delimitan nuestros cráneos. No dejemos que nadie lo invada.
Ecología
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