El detonante de este cambio fue la reforma en 1992 de la legislación forestal estatal que hasta entonces prohibía la tala de árboles para su aprovechamiento maderero, explicó hoy a Efe su alcalde, Ernesto Chavarría.
La ley ocasionaba que hubiera "un exceso de pastoreo, constantes incendios forestales y una tala clandestina de forma indiscriminada", motivada por la necesidad de los vecinos de obtener recursos económicos, explicó.
Uno de los primeros en aprovechar el cambio legal fue Antonio Román Rueda, de 50 años y presidente de la Asociación de Silvicultores del Alto Pánuco.
"En un curso que hice en Canadá me di cuenta de que producir lo tradicional: maíz, haba, frijol, no era rentable, y que el mejor aprovechamiento para mi terreno era plantar árboles", en su mayoría pinos, comentó.
"Al principio mi familia y mis vecinos no lo entendían. Me preguntaban si iba a comer follaje y piñas, pero después vieron los resultados", prosiguió.
Antonio, cuya primera cosecha fue de 20 árboles, tiene plantados 250.000 y sólo para la campaña de Navidad sacará a la venta 3.000.
Frente a los 1.000 pesos anuales (unos 67 euros) que obtenía anteriormente por cada hectárea de maizal, Antonio logra en la actualidad unos ingresos de 250.000 pesos (unos 16.700 euros) por hectárea en un periodo de cinco años.
A juicio de Enrique Durand, representante de la Secretaría Medio Ambiente (Semarnat) en la zona, el caso de Villa del Carbón revela las posibilidades de México como potencia forestal.
"México tiene un déficit anual de 6.000 millones de dólares (unos 4.080 millones de euros) en madera que importa (...) cuando el 70 u 80 por ciento del territorio es potencialmente forestal", criticó.
En este municipio, de unos 40.000 habitantes, se estima que sus bosques generan aproximadamente 10.000 empleos, no sólo vinculados a la silvicultura sino también a negocios colaterales.
Rustika es el nombre de una empresa familiar dedicada a la producción de muebles que tiene su sede en el municipio y que también se beneficia de la producción local de madera.
"Sólo trabajamos con madera de pino y la mayoría la compramos del ejido local", explicó, Amador Alanis, responsable de este negocio que genera unos ingresos semanales de entre 12.000 y 15.000 pesos (entre 680 y 885 euros).
El caso de Villa del Carbón tiene una relevancia especial en México, que cada año pierde más de medio millón de hectáreas de bosques y sufre deforestación en el 90% de su territorio, según datos de las Naciones Unidas.
Para contrarrestarlo, el presidente Felipe Calderón ha lanzado el programa Proárbol, con un presupuesto anual de más de 400 millones de euros y que se plantea como meta en el 2007 reforestar 400.000 hectáreas y desarrollar plantaciones forestales comerciales en 100.000 adicionales.
Fuente: Soitu
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