El oso había viajado aparentemente cientos de kilómetros desde Groenlandia sobre un trozo de hielo hasta una reserva natural de pájaros en Skaga, cercada luego por las autoridades, que ordenaron a los vecinos no salir de sus casas por miedo a un ataque del plantígrado.
Se trataba del segundo oso polar llegado de Groenlandia a las costas de Islandia, donde no habitan este tipo de animales, en menos de dos semanas, cuando lo habitual es ver uno cada década, una anomalía que los expertos atribuyen al deshielo provocado por el cambio climático.
El primer oso, que como su compañero se convirtió en una celebridad nacional, fue abatido por unos cazadores que contaban con una autorización del Ministerio de Medio Ambiente islandés, que justificó la medida para prevenir posibles ataques a humanos.
Las protestas de defensores de los animales y de vecinos hizo cambiar de opinión esta vez a las autoridades, que tenían previsto narcotizar al oso con comida o un dardo tranquilizante, meterlo en una jaula y transportarlo luego de vuelta a su lugar de origen.
El multimillonario islandés Björgulfur Thor Björgulfursson se ofreció incluso a asumir los gastos derivados del transporte del animal, con tal de que no fuera abatido.
Pero los veterinarios del zoo de Copenhague que viajaban ayer a Islandia nunca pudieron llevar a cabo su tarea: el oso resultó herido de gravedad por las balas y falleció poco después.
Fuente: ElMundo
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