Vladímir Putin, Mahmud Ahmadineyad y Hugo Chávez han sido descritos de muchas maneras. Pero nunca como paladines en la lucha contra el calentamiento global. La sorpresa es que, sin proponérselo, en eso se están convirtiendo. Sus agresivas conductas internacionales están creando más incentivos que nunca para que el mundo busque aceleradamente alternativas al petróleo. Y un mundo que depende menos de los hidrocarburos es un mundo más limpio.

Todo esto ni va a pasar pronto ni va a ser fácil. Pero gracias a las ambiciones de Putin, Ahmadineyad y Chávez va a pasar más rápido. Usar el petróleo para ganar influencia mundial es normal y todos los países petroleros lo han hecho. Usarlo de manera desmedida, como lo hacen estos tres peligrosos personajes, inevitablemente genera reacciones destinadas a impedir que sigan teniendo la influencia que han alcanzado gracias al petróleo.

Por supuesto que en todo esto la preocupación mayor es Putin, ya que el poder real que tiene Ahmadineyad en Irán es limitado y de Chávez ya sabemos que su boca y su bolsillo son mucho más grandes que su capacidad para hacer lo que dice. Pero Putin es lo contrario de Chávez: habla poco y hace mucho. Y en contraste con Ahmadineyad, que es presidente pero manda poco, Putin ya no es presidente, pero es quien sigue mandando en Rusia.

Y últimamente la conducta rusa ha hecho sonar las alarmas en Washington y otras capitales de Europa y Asia. No es sólo la propensión rusa a cortar arbitrariamente el suministro de gas a Europa o a países vecinos con los que tiene diferencias. También alarma su venta de armas avanzadas a Irán, Siria y Venezuela, su veto en las Naciones Unidas a las sanciones contra Zimbabue, la declaración de un general ruso que Polonia volvería a estar incluida en los blancos de sus misiles nucleares, la toma forzada de empresas extranjeras como TNK-BP y otras, el asesinato de enemigos en otros países (¡y en Rusia!), la agresividad hacia países como Ucrania, Estonia o Lituania y, por supuesto, la reacción contra Georgia. Todos éstos son síntomas de tendencias negativas que, de intensificarse, van a acelerar la búsqueda de estrategias para contrarrestarlas. Y una de las estrategias obvias es disminuir el consumo y los precios de lo único importante que exportan países como Rusia (o Irán, o Venezuela): el petróleo.

Gracias a su desmedida búsqueda de protagonismo internacional, Putin, Ahmadineyad y Chávez están corriendo el riesgo de matar la gallina que les pone los huevos de oro: el ávido mercado petrolero mundial que garantiza ingentes recursos a los países con la suerte de tenerlo en abundancia. Los países petroleros árabes, por ejemplo, entendieron la importancia de cuidar la salud de la gallina dorada después de que, en 1973, impusieran por motivos políticos un embargo petrolero a Estados Unidos y Europa. El embargo estimuló la adopción de todo tipo de políticas en los países consumidores (conservación, incentivos a la producción, aumentos de eficiencia, búsqueda de alternativas, etcétera) que rápidamente llevó a los grandes exportadores petroleros de Oriente Próximo a suspender el embargo y, de allí en adelante, a nunca darle razones a los consumidores para ahorrar energía o invertir en fuentes alternativas. Pero los grandes exportadores petroleros no sólo fueron cuidadosos con respecto a sus políticas de precios; también lo fueron en su manera de intervenir en la política mundial. Si bien ocasionalmente algunos de ellos, como Irán o Libia, se alejaban de la cautelosa postura, en general la estrategia funcionó bien durante décadas: logró que los países consumidores se despreocuparan de su enorme vulnerabilidad a las decisiones de un pequeño grupo de naciones autocráticas y volátiles.

Pero la combinación de los dolorosos aumentos de precios con las bravuconadas de Putin, Ahmadineyad y Chávez han desencadenado poderosas fuerzas (políticas, económicas, tecnológicas) en los países consumidores, especialmente en Estados Unidos, que luchan por disminuir su vulnerabilidad energética.

Es imposible no reaccionar al enterarse de que, cuando el precio del petróleo saltó de 23 dólares por barril en 2002 a más de 100 este año, se produjo -y se sigue produciendo- la mayor transferencia de riqueza en la historia de la humanidad y que esa riqueza está cayendo en manos de gente como Putin y Chávez o en las de quienes, como Ahmadineyad, ayudan a financiar el terrorismo fundamentalista islámico.

Ahmed Zaki Yamani, un experto petrolero saudita, dijo una vez que la edad de piedra no terminó porque se acabaron las piedras. La era del petróleo se va a acabar antes de que acabe el petróleo. Y eso se lo deberemos en parte a que los autócratas petroleros ayudaron a despertar al mundo de su largo y peligroso letargo energético.

Escrito por Moisés Naím de El Pais

Fuente: El Pais
El pueblo mexicano de Villa del Carbón se ha convertido en un ejemplo de manejo sustentable de recursos naturales al multiplicar por seis su superficie forestal en los últimos 15 años, en un país que pierde cada año más de medio millón de hectáreas de bosques. La pequeña localidad, situada en el Estado de México, en la periferia de la capital, logró en los últimos 15 años que su superficie forestal se incrementase del 10 al 65% por ciento del término municipal, al tiempo que los agricultores locales aumentaban sus ingresos.

El detonante de este cambio fue la reforma en 1992 de la legislación forestal estatal que hasta entonces prohibía la tala de árboles para su aprovechamiento maderero, explicó hoy a Efe su alcalde, Ernesto Chavarría.

La ley ocasionaba que hubiera "un exceso de pastoreo, constantes incendios forestales y una tala clandestina de forma indiscriminada", motivada por la necesidad de los vecinos de obtener recursos económicos, explicó.

Uno de los primeros en aprovechar el cambio legal fue Antonio Román Rueda, de 50 años y presidente de la Asociación de Silvicultores del Alto Pánuco.

"En un curso que hice en Canadá me di cuenta de que producir lo tradicional: maíz, haba, frijol, no era rentable, y que el mejor aprovechamiento para mi terreno era plantar árboles", en su mayoría pinos, comentó.

"Al principio mi familia y mis vecinos no lo entendían. Me preguntaban si iba a comer follaje y piñas, pero después vieron los resultados", prosiguió.

Antonio, cuya primera cosecha fue de 20 árboles, tiene plantados 250.000 y sólo para la campaña de Navidad sacará a la venta 3.000.

Frente a los 1.000 pesos anuales (unos 67 euros) que obtenía anteriormente por cada hectárea de maizal, Antonio logra en la actualidad unos ingresos de 250.000 pesos (unos 16.700 euros) por hectárea en un periodo de cinco años.

A juicio de Enrique Durand, representante de la Secretaría Medio Ambiente (Semarnat) en la zona, el caso de Villa del Carbón revela las posibilidades de México como potencia forestal.

"México tiene un déficit anual de 6.000 millones de dólares (unos 4.080 millones de euros) en madera que importa (...) cuando el 70 u 80 por ciento del territorio es potencialmente forestal", criticó.

En este municipio, de unos 40.000 habitantes, se estima que sus bosques generan aproximadamente 10.000 empleos, no sólo vinculados a la silvicultura sino también a negocios colaterales.

Rustika es el nombre de una empresa familiar dedicada a la producción de muebles que tiene su sede en el municipio y que también se beneficia de la producción local de madera.

"Sólo trabajamos con madera de pino y la mayoría la compramos del ejido local", explicó, Amador Alanis, responsable de este negocio que genera unos ingresos semanales de entre 12.000 y 15.000 pesos (entre 680 y 885 euros).

El caso de Villa del Carbón tiene una relevancia especial en México, que cada año pierde más de medio millón de hectáreas de bosques y sufre deforestación en el 90% de su territorio, según datos de las Naciones Unidas.

Para contrarrestarlo, el presidente Felipe Calderón ha lanzado el programa Proárbol, con un presupuesto anual de más de 400 millones de euros y que se plantea como meta en el 2007 reforestar 400.000 hectáreas y desarrollar plantaciones forestales comerciales en 100.000 adicionales.

Fuente: Soitu

Científicos del Laboratorio Nacional de energías renovables estadounidense afirman haber establecido un nuevo record mundial de eficiencia de células fotovoltáicas, convirtiendo en electricidad el 40,8% de la luz solar recibida.

Este 40,8% sería el doble de la conversión habitual. Responsables del laboratorio indicaron que el nuevo diseño que utiliza diversas composiciones químicas del material galio, “es una nueva generación de células solares extremadamente ligeras y delgadas que representan un paso importante en el rendimiento, diseño y costes de las mismas”.

Pasará algún tiempo hasta que este tipo de soluciones llegue al mercado de consumo, destinándose en principio a satélites espaciales o a diversos componentes de plantas de energía solar.

La mejora de la eficiencia es un área clave de investigación del sector fotovoltaico para convertirse verdaderamente en una alternativa a otro tipo de combustibles contaminantes.

Fuente: The Inquirer

Los bosques vírgenes no sólo nos regalan bonitas fotografías, sino que además se encargan de 'reciclar' mejor el CO2 emitido a la atmósfera. Un estudio de la Universidad Nacional de Australia60% más que los bosques repoblados. muestra que los bosques naturales almacenan tres veces más dióxido de carbono de lo estimado y captan un

Este equipo de científicos afirma que la capacidad de almacenamiento de carbono de los bosques vírgenes ha sido subestimada en la lucha contra el cambio climático. Añaden, además, que el Protocolo de Kioto y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) no distinguen entre la capacidad de captación del carbono de los bosques repoblados y los vírgenes.

Los bosques naturales no sólo captan más CO2, sino que, además, lo almacenan durante más tiempo que las plantaciones que sufren una tala periódica, según el estudio.

El informe refleja también que "los bosques naturales son más resistentes al cambio climático y a las alteraciones que las plantaciones". Protegiendo los bosques naturales se cumplen dos propósitos: se mantiene almacenadoa una gran cantidad de carbono y se deja de liberar el producido por los bosques talados, según el coautor del estudio, Brendan Mackey.

Para Mackey, "mantener este 'carbono verde' en los bosques naturales es impedir una emisión adicional, que producimos con los combustibles fósiles".

La deforestación no ayuda

"Una cuarta parte del cambio climático es culpa de lo que estamos haciendo con nuestros bosques", según Brendan Mackey. Con cifras, esto se desgrana en que el CO2 producto de la deforestación es el 17,5% del total de gases de efecto invernadero emitidos actualmente. Además, a estas emisiones hay que sumarle otro 5%-10%, provocado por la degradación de los bosques.

Mackey declara también que la protección de los bosques naturales es pobre en la mayoría de los países. En los mejores casos, los países protegen alrededor de un 10%, como parques nacionales u otras denominaciones. "Necesitamos resolver cómo almacenar el carbono en bosques naturales fuera de parques nacionales sobre tierras en propiedad (incluidas tierras de indígenas y suelo privado)".

Los científicos dicen que prevenir la deforestación de los bosques de eucalipto en el sureste de Australia es el equivalente de prevenir emisiones de 460 millones toneladas de CO2 al año durante los próximos 100 años.

Fuente: El Mundo